El ópalo es seguramente una de las gemas más bellas que existen, y su efecto óptico, inexistente en ninguna otra, puede proporcionar en los ejemplares de más calidad una diversidad de colores y unos dibujos muy vistosos.
Ópalo, por definición, es el dióxido de sílice hidratada, siempre conteniendo de tres a treinta por ciento de agua. Esa característica y su relativa suavidad, con una calificación de 5,5 a 6,5, significa que ópalos requieren un cuidado especial.
Ópalo, más que ninguna otra piedra preciosa, es claramente un individuo. Ninguna otra piedra tiene un folclore tan rico y variado. Ópalo precioso muestra un arco iris con tonos que cambian con el ángulo de observación, especialmente en formas de cabujón redondeadas. Fue sólo en la década de 1960, que un equipo de científicos australianos analizaron ópalos con un microscopio electrónico y descubrieron la causa de las propiedades ópticas del ópalo. Se descubrió que pequeñas esferas de gel silíceas causaban interferencia y refracción, las cuales son responsables del juego fantástico de colores. Las esferas, que se organizan más o menos en estructuras compactas, diseccionan la luz en su paso por la piedra.